Los empleados y responsables de todo el mundo temen este ritual y ahí radica el principal problema: hemos institucionalizado el dar y recibir feedback. Guardamos nuestros comentarios y documentamos todas las cosas que notamos sobre el desempeño de una persona. Y luego, como un lince listo para saltar, el responsable cita a un empleado desafortunado en la oficina y le lanza un año entero de “críticas constructivas”.
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No es de extrañar entonces por qué este proceso es tan desconcertante y provoca miedo. Este es exactamente el entorno emocional equivocado en el que discutir el rendimiento, introducir sugerencias para mejorar y hablar sobre objetivos para el futuro. Esto es una pena, porque dar y recibir feedback es clave para involucrar a tu equipo y mantenerlos en el buen camino.
Cuando se hace de la manera correcta y con las intenciones correctas, la retroalimentación puede conducir a un rendimiento sobresaliente. Los empleados tienen que saber lo que están haciendo bien y lo que no tan bien. Sin embargo, para que realmente escuchen tus pensamientos y sugerencias sobre formas de mejorar, esa retroalimentación debe entregarse con cuidado y frecuencia.
En esta semana os damos pistas de qué es lo que hay que hacer y lo que no y explicamos además de cómo hacerlo bien una técnica de dar feedback que es muy simple y efectiva y que podrás utilizar…
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