Cada año pasa lo mismo, Tendenciero. Entras al restaurante con una mezcla perfecta de ilusión y miedo… y entonces lo ves: tu jefe, al fondo de la sala, mirándote fijamente.
Y en ese instante lo entiendes todo: esto no es una comida, es un test de estrés disfrazado de menú navideño.
Porque sí. Todos hemos vivido esa tensión. El dilema de dónde sentarte, cuánto puedes ser tú mismo o si deberías haber pedido un Aquarius antes de llegar “por si acaso”.
Este episodio del podcast pone palabras (y humor industrial) a una realidad que muchos prefieren ignorar: la comida de empresa dice mucho más de una organización de lo que parece.

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📊 Contexto rápido: cuando los datos también se sientan a la mesa
Este año, aproximadamente el 64% de las empresas ha vuelto a organizar comidas y fiestas presenciales, como si la pandemia ya fuera solo una anécdota… incluso con gripe A rondando.
Pero aquí viene la otra cara del embutido: casi un 23% de los empleados reconoce que no tiene ninguna intención de ir.
Mientras las empresas reservan restaurantes y cuadran presupuestos, una parte importante de la plantilla piensa:
“Yo me quedo en casa con manta y chocolate caliente”.
Y quien ha tenido que organizarla lo sabe: gustos, precios, intolerancias, alergias, gente que no bebe vino, otros que no beben nada… toda mi admiración para los organizadores. Eso sí que es gestión de proyectos en entorno hostil.
La pregunta es inevitable:
¿qué ha cambiado para que la comida de Navidad ya no sea ese evento intocable de otros tiempos?

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🎯 ¿Para qué sirve realmente la comida de empresa?
Aunque muchos la reduzcan a jamón, turrón y brindis incómodos, la comida de empresa cumple varias funciones clave:
- Es networking interno real, sin PowerPoints ni KPIs.
- Revela la cultura corporativa: quién habla, quién escucha y cómo se comportan los equipos.
- Mezcla departamentos que normalmente no interactúan: Marketing con Mantenimiento, Comercial con Ingeniería.
- Permite una auténtica lectura social: alianzas, distancias, silencios y afinidades.
Aquí no se mide productividad, pero se entiende muchísimo sobre cómo funciona una empresa por dentro.
👥 Tipos de personas que aparecen (sí o sí)
Si observas con atención, estos perfiles son universales:
- El observador silencioso: no habla, pero lo ve todo.
- El charlatán simpático: anécdotas, risas y caos controlado.
- El pelota estratégico: siempre cerca del jefe.
- El rebelde silencioso: vino por la comida, no por el equipo.
- El espontáneo de barra libre: mañana todos lo recordarán.
Y luego están los jefes: el carismático, el distante, el motivador… o el jefe confesionario, que suelta secretos que nadie pidió escuchar.
Todo esto, aunque parezca anecdótico, es información valiosa sobre la dinámica real del equipo.
❓ Las grandes preguntas antes de la comida de empresa
¿Tengo que ir?
No siempre. Depende de tu rol, tu relación con el equipo y la cultura de la empresa.
Ir puede abrir puertas. No ir también es legítimo. La clave es decidir con intención, no por presión.
El previo: el bar de antes
Ese “solo una cerveza” es en realidad un ensayo general. Ya se miden tensiones, alianzas y estrategias sociales. Control de calidad incluido.
¿Con quién me siento?
Este es el momento crítico. Sentarte no es comodidad: es estrategia.
Cerca de amigos: fluidez.
Cerca del jefe: cuidado con cada palabra.
Al lado del silencioso: supervivencia diplomática.
¿Y si me toca al lado del jefe?
Respira. Sé tú mismo, pero en modo profesional.
Temas neutros, conversación equilibrada y, sobre todo, observa: no todos los jefes quieren hablar.
¿Cuánto puedo beber?
Regla de oro: si dudas, ya has bebido suficiente.
Piensa que la comida se vive dos veces: el día del evento… y el lunes en la oficina.
¿Liarte con un compañero?
Máxima industrial: la empresa no es Tinder.
Gestionar un lío es más difícil que calibrar un sensor sin manual.
🚫 Qué no hacer bajo ningún concepto
Checklist rápido:
- Convertir la comida en terapia emocional.
- Sobreconfiar con jefes.
- Hacer bromas de riesgo.
- Decir “solo una copa más”.
- Subir stories comprometidas.
- Hablar de política (peor que fútbol).
- Liarte con compañeros.
🧠 Reflexión final: más humanas de lo que creemos
Las comidas de empresa no son un examen, pero sí un termómetro cultural.
Muestran cómo nos relacionamos, cómo colaboramos y cómo respiramos como equipo.
La tecnología avanza, la automatización crece… pero lo que mantiene fuerte a una empresa siguen siendo las relaciones humanas.
Y ahora te lanzamos la pregunta, Tendenciero:
👉 ¿qué es lo más raro que has vivido en una comida de empresa?
Cuéntanoslo, compártelo y, si te ha gustado este episodio, difúndelo en tu empresa (especialmente con ese que siempre se pasa con el vino).
Vienen más historias industriales… y muchas más reflexiones de sobremesa. 🍷
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