Cuenta la leyenda que la NASA gastó millones de dólares en desarrollar un bolígrafo que funcionara en gravedad cero y en temperaturas extremas… Los soviéticos usaron un lápiz. 😂😂😂
Esta historia resulta ser un mito. Las puntas de los lápices tienen el hábito de romperse y meterse en zonas complicadas, lo que puede estar bien en la Tierra, pero no tanto en una nave espacial donde pueden acabar chocando con equipos críticos o terminar incrustados en el globo ocular de un astronauta.
Pero la moraleja del mito aún se mantiene. Como dijo Einstein, todo debería hacerse “lo más simple y lo menos posible”.
Este principio se conoce como navaja de Ockham (o también EL PRINCIPIO DE PARSIMONIA). El nombre, puede llevar a confusión. Suena como una película de la edad media en la que el asesino usaba esta famosa navaja. Pero en realidad es un modelo mental que lleva el nombre de William of Ockham, un filósofo del siglo XIV.
Los sistemas simples tienen menos puntos de fallo. Las cosas complicadas se rompen más fácilmente. Cada nueva idea brillante tiene el potencial de generar una docena de consecuencias no deseadas y, a veces, desastrosas. Cada nuevo componente, sistema o aplicación brillante que promete un gran avance tiene el potencial de abrirse paso.
Una navaja filosófica es una herramienta que se utiliza para eliminar opciones improbables en una situación determinada. El de Ockham es el ejemplo más conocido.
La navaja de Ockham se puede resumir de la siguiente manera:
Entre las hipótesis en competencia, se debe seleccionar la que tenga menos supuestos.
¿Por qué el cerebro no aplica la navaja de Ockham de forma natural?
“¿No es natural que el cerebro acepte la explicación más simple? ¿Por qué complicaría las cosas innecesariamente? ”
Pero el cerebro humano tiende a considerar primero las posibilidades extremas. Eso es porque, cuanto más inusual es la explicación, más fuerte es la emoción que evoca. Las explicaciones más sencillas no provocan emoción ni miedo, por lo que el cerebro las pasa por alto rápidamente. Eso no significa que no considere las opciones más fáciles, sino que su mente prefiere dar un salto adelante.
La opción más simple no siempre es cierta
A menudo, te encontrarás con un caso en el que la explicación más desconcertante se hace realidad, invalidando así la navaja de Ockham. Y eso se espera porque la navaja de Ockham no funciona todas las veces. Notarás que falla en algunas de las principales innovaciones e historias de éxito.
Por ejemplo, hasta hace unos siglos, la humanidad creía que la tierra estaba en el centro del universo y que los otros cuerpos planetarios giraban a nuestro alrededor. Si usas la navaja de Ockham, esa explicación tiene más sentido porque no sentimos que el suelo se mueva y el sol aparece como una pequeña esfera que se mueve de este a oeste en el cielo. Pero, la realidad fue una explicación complicada dado el conocimiento científico en ese momento.
Es decir, hay que dejar claro que la opción simple no siempre es la adecuada pero si tenemos dos soluciones a un mismo problema entonces está claro que hemos de elegir la simple.
Cómo aplicar esto en nuestro día a día laboral
Es cierto, que a diario hemos de tomar decisiones que implican elegir entre diferentes opciones. Y también es cierto, que muchas veces pensamos que si elegimos una opción simple no estamos aportando valor a la empresa y que esa decisión es tan simple que hasta un niño la podía haber pensado. EXACTO. Es precisamente eso lo que estamos buscando. Hoy en día las personas que consiguen simplificar los problemas y buscar soluciones simples a los mismos tienen el futuro asegurado.
Esto además, es una habilidad que podemos practicar. Si tratamos de aislarnos y ver el problema como si fuéramos un niño, nos puede ayudar a tomar esa decisión tan simple que resolverá nuestros problemas. En el mundo técnico es fácil caer en lo contrario. Ante un problema técnico complejo, sacamos todo nuestro arsenal de trucos que hemos pensado durante años y quizás, usar conocimientos básicos del colegio nos podría ayudar a resolverlos.
Hace mucho tiempo que me regalaron una libreta que decía: “LO SENCILLO FUNCIONA“. La verdad es que estaba de acuerdo con es frase completamente pero ahora además de estar de acuerdo sé quién fue el autor de la misma.
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